Lloramos lo vencidos que no mueren y sienten
una Historia que los señala
en cada libro, en cada página
en cada hueco dejado a la memoria.
Las manos blancas de tanto apretar,
ya no se escuchan
los cánticos a este lado del pueblo,
las verbenas llenas de gente,
el viento
no miente,
sufre de amnistía.
Tienes las manos manchadas de sangre
y tú, nosotras
las bocas blancas de tanto apretar los labios secos,
no hay delito que prescriba
si siguen vivos todos sus supervivientes.
No puedo llevar flores a tu tumba,
menos mal que la tierra llena de amapolas
todas las cunetas.